Saber si podemos (o debemos) o no castigar a nuestros perros es un tema importante para todos los que convivimos con ellos y los amamos.
Es evidente que si queremos tener una convivencia feliz, es necesario imponer ciertas normas y es nuestro deber como tutores proporcionar a nuestros perros una educación básica de saber estar en sociedad.
Como todos los perros no llegan a su familia con un libro de instrucciones, este proceso de educación no siempre es un camino de rosas, en unos casos será más sencillo y en otros más complicado, según el carácter y las experiencias de vida que haya tenido tu pequeño.
Y cuando te planteas imponer normas en casa, llega la cuestión de conseguir que éstas se cumplan. Es entonces cuando te preguntas: y si no las cumple ¿Debo castigar a mi perro por ello?
Qué es un castigo para tu perro
En realidad, tenemos la tendencia a asociar el castigo con la aplicación de algo negativo, incluso dañino, a un animal (o persona) para que no repita una conducta no deseada por nosotros.
Pero la realidad es que un castigo no tiene por qué ser siempre la aplicación de algo negativo. Un castigo es también no obtener algo que se desea si no se realiza una conducta concreta.
Un castigo es toda aquella acción que consigue que no se repita un determinada conducta en tu perro, bien sea mediante la aplicación de algo negativo para él, como retirándole algo que él desea.
De tal manera que de nada sirve que le sueltes una regañina a tu perro por haberse comido tu zapatilla, o incluso le des con ella en el hocico, si tu perro no entiende por qué estás enfadado, y mucho menos por qué le pegas con ese juguete tan chulo que él había encontrado.
Pero un castigo sí es no obtener la salchicha de tu mano si no se sienta, o que lo saques de la habitación si no deja de ladrar, aislándolo del grupo.
Eso sí, como ves, en ningún caso te hablo de castigar a tu perro físicamente: no es necesario, y no es admisible.
Entender el castigo
Ahora que sabes qué es un castigo, puedes entender que, para castigar a tu perro por haber hecho algo mal, tu perro tiene que saber qué es hacerlo bien.
Te explico: puedes enfadarte con tu perro cada día por morder tu zapatilla, pero si él sigue sin entender que ese comportamiento no está bien, seguirá haciéndolo, y más bien pensará que eres un compañero malhumorado, incluso se esconderá de ti para disfrutar a gusto de la zapatilla.
Y no es porque él sepa que está mal y por eso se esconde, tu perro es muy inocente y no tiene esa maldad.
Ahora bien, si pones a su disposición juguetes que él sí puede morder y retiras de su alcance tus zapatillas, reforzando el que él prefiera morder sus juguetes, y evitando que pueda acceder a las zapatillas, estás enseñando a tu perro cuál es la forma correcta de jugar, estando tú presente o no.
No puedes reñir a un niño de 5 años por no saber multiplicar, ya que nadie le ha enseñado previamente. De la misma manera, para castigar a tu perro por realizar mal una conducta, debes estar absolutamente seguro de que le has dado educación suficiente a tu perro como para que no le quepa duda de que lo ha hecho mal.
No es fácil, ¿verdad?
Tienes que proporcionar armas a tu perro como para que sea capaz de decidir sobre sus acciones en base a lo que ha aprendido de ti, y esto lo consigues en primer lugar mediante el uso de un código de comunicación eficaz y un vínculo afectivo fuerte y sólido.
Es decir, poder «decirle» a tu perro lo que no quieres que haga, y que te quiera tanto que decida no hacerlo.
Efectos negativos de castigar a tu perro
La efectividad de un castigo es directamente proporcional al entendimiento del mismo. Y para que tu perro lo entienda, la primera arma de la que dispones es el tiempo.
Un castigo debe ser inmediato a la conducta que quieres eliminar.
En el ejemplo de la zapatilla, si llegas a casa después de toda la mañana fuera y tu perro se ha comido la zapatilla, pero al entrar está muy tranquilo durmiendo, si le riñes, no va a entender qué te ha molestado. Ni moviendo la zapatilla, ni enseñándosela, ni hablando con ella.
Pero cuántas veces no te ha pasado (o has escuchado a alguien) decir que al llegar a casa, si su perro se ha comido la zapatilla, directamente se va a esconderse a un rincón.
Pues bien, lo siento, pero esto no es porque su perro sabe que lo ha hecho mal, esto pasa porque su perro se da cuenta de que hay mucha probabilidad de que al entrar, su dueño le monte un numerito, porque es algo habitual, incluso se da cuenta de algunas actitudes que tiene al entrar (los perros son capaces de analizar la expresión corporal estupendamente), y se va a un rincón en previsión de lo que puede venir.
El problema es que estás «castigando» a tu perro sin que él sepa por qué, con lo que su conducta no va a variar, pero sí su actitud contigo, y lo único que vas a conseguir (aparte de desahogarte) es debilitar el vínculo que os une.
De manera que, de forma general, te recomiendo siempre que optes por educar y evitar situaciones de conflicto, antes que castigar.
Es mucho más importante que tu perro confíe en ti y que vuestro vínculo sea sólido y fuerte, que cualquier zapatilla mordida.
Un perro inseguro o con miedo no va a prestar la suficiente atención a su guía cuando quiera educarlo, ya que estará más centrado en no recibir una de sus reprimendas «sin sentido»(para él).
¿Es malo enfadarme con mi perro?
No. Si te dijera que nunca puedes enfadarte con tu perro, no estaría siendo justa contigo, y no aportaría nada bueno a vuestra relación.
Cualquier relación social puede ser regulada gracias al enfado. Con tu pareja, con tus hijos, amigos…y con tu perro.
También los perros se enfadan entre ellos. Y no pasa nada. Aprenden a cómo comportarse con uno o con otro según sus límites. Y sin rencores.
De manera que tu perro, al formar parte de tu familia, también es susceptible de que puedas enfadarte con él sin hacer un drama por ello.
Lo que sí te puedo decir es que, como en toda relación, tienes que saber medir la intensidad de tus enfados, y aprender a transmitírselos a tu perro de forma correcta para que él los entienda.
Para transmitir a tu perro un enfado inmediato, de una salida de tono intraespecífica (propia de la especie), como es por ejemplo robarte comida de la mano, usa el MAL, te explico cómo hacerlo en mi entrada sobre la .
Para cuando realice acciones que ya tiene aprendidas previamente y se salta la norma a la torera, usa una reprimenda. Una reprimenda es una «charla de madre» de tono medio, de duración larga, en la que le recuerdas que esperabas mucho más de él y te ha decepcionado.
Por ejemplo, si has enseñado a tu perro a sentarse, sabe hacerlo, lo hace siempre, sin necesidad de premios, y un día, sin venir a cuento, le pides que se siente y te ignora, puedes decirle «me cago en todo lo que se mueve, tío, no entiendo cómo puedes estar ahí tan tranquilo y no hacerme ni caso, yo que confiaba en ti, me estás decepcionando». Cuando veas que te muestra señal de «arrepentimiento», repítele con cariño: vamos, Sienta.
Como ves, no es malo enfadarte con tu perro, ni es ilegítimo dentro de una relación normal y familiar, pero sí aprender a regular su intensidad y la forma de transmitirlo a tu perro para que la relación se se vea fortalecida y no mermada por éstos.
Educar en vez de castigar tu perro
Evidentemente, el proceso de educación de un perro depende de muchos factores y no es posible generalizar, ya que no todo vale con todos.
De manera que no puedo, y te mentiría si lo hiciera, responder a la pregunta que inicia este post.
Pero sí puedo afirmar rotundamente que el mejor castigo que puedes dar a tu perro es el que evitas ofreciendo educación a cambio.
Un perro con un vínculo fuerte con su guía, un código de comunicación bien establecido, y en un entorno favorable a él, no necesitará castigos para aprender.
Como esto no es tan evidente y sencillo desde el principio, te recomiendo que te ayudes de un buen profesional para aprender a crear este vínculo sólido y a comunicarte eficazmente con tu perro.
Recuerda siempre que el objetivo es la educación y el bienestar de ambos, para lograr ser felices juntos. Y la base es el respeto mutuo. Si la alternativa que se te ofrece pasa por el daño físico o psicológico de tu perro, no es admisible.
Porque todos queremos ser felices, no perfectos.
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